Llevo un mapa en mis manos, buscando la pequeña cruz resplandeciente, el punto justo donde hallar el tesoro. Camino por pueblos y ciudades abandonados. Me encuentro con desconocidos que me dan indicaciones confusas y me hablan de autobuses que tal vez no pasen nunca por ese u otro lugar.
A veces me siento en las plazas y miro con estúpida nostalgia los grupos de palomas, algún niño sonriendo con aire ausente.
Tomado del blog: http://memoriasdeldakota.blogspot.com/
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