domingo, 12 de junio de 2011
El monje – Esteban Moscarda
Cierta vez en que me encontraba caminando por Florida a las cinco de la mañana me tropecé con un monje. El tipo, pelado y vestido con una especie de toga o sotana, no sé, chocó contra mí y sus ojos inmediatamente se pegaron a los míos, su mirada se quedó largo tiempo enredada en la mía. Silencio, pesado, húmedo por el aire de la mañana. Y luego su voz, tranquila como el discurrir de un arroyo: —Hijo mío, ahora llegarás a tu casa, cansado, abatido por lo que yo te diga. Irás a tu cuarto y allí encontrarás la locura: porque en tu cama, abrazados, estarán ellos, tu esposa y tu mejor amigo. Solo te aconsejo, hijo, que lo tomes a bien, que pienses en el karma, que tu consciencia encuentre paz.
Y dicho esto siguió su camino como si nada.
Monje idiota, pienso hoy pasados algunos días del hecho, mi consciencia puede soportar el peso de dos vidas.
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