domingo, 26 de junio de 2011
Sueño de Barrilete - Guillermo Vidal
¡No ves que va la luna…y un coro de astronautas..!, sonaba en el fondo una balada entumecida.
—¡Esto fue para vos, desde la más porteña de las ondas radiales, para vos allá arriba! Aulló el locutor y le sacudió la modorra de golpe.
—¡Aquí San Borombom, ¿Berutti, tenemos problemas? —sonó severa la voz del operador en tierra.
—Aquí la Gardel, no comprendo.
—Llevamos media hora tratando de comunicarnos.
—Me eché una siestita, estaba filtrado.
—¡Te dije! —se sumó otro.
—¿Novedades?—continuo inmutable el operador.
—La tierra es redonda, pero no perfecta, se achata en los polos.
Se escucharon las risotadas de fondo.
—Seguí durmiendo —cortó el operador.
Quedaba un buen rato para volver a pasar encima de la base. Aun con tantas voces estaba solo ahí arriba, tironeado como un barrilete entre la tierra y el cielo. No se podía considerar compañía dos destartalados satélites yanquis o a los restos del ruso que no alcanzó la atmosfera superior con vida; ambas potencias quedaron exhaustas y con pocos recursos después de la breve pero terrible guerra nuclear del 62, el resultado: ganaron la carrera espacial y era el primer hombre en dar la vuelta completa a la tierra en el espacio. También ayudó la instalación de una base alien en San Fernando, después del bullicio del arribo quedó más que claro que estaban hartos de dar vueltas y salir en fotos borrosas de diarios de última línea. Prefirieron el Sur porque les ponían menos condiciones que en el primer mundo y estaban libres de radioactividad, también les ofrecían algunas ventajas, como una asistencia tecnológica moderada, nada de platos voladores; en lo demás no se metían. “Por ahora” decía su viejo sentencioso.
Mientras completaba la segunda vuelta observó el cielo cubierto de estrellas y apuntó al azar con el dedo.
—Yo te nombro, Celia y a estas dos, Clarita y Matu, los melli; tenía muchos otros nombres en la cabeza, pero le sobraban estrellas.
Le quedaba un rato mas antes del descenso, volvió a poner la radio a todo lo que da, que se escuchara hasta en la luna, estaba en la Gardel pero él prefería a Ruben Juarez y sin dudar estableció comunicación con la tierra.
—Hola San Borombom, necesito un favor…
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Excelente Guillermo Vidal, me encantó.
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