Ella era de ébano, ícono africano, y yo un hombre cálido. Como amante, válido.
Hacer el amor era nuestro vínculo.
Tras rápido estímulo, introduje mi vástago en su secreto místico. ¡Bárbaro! No hizo falta látigo, ni película sobre temática erótica; se nos antojaba sórdido. Todo iba perfecto en mi noche esdrújula.
Solo hubo un problema: en una postura tanto complicada, chasqueó mi rodilla: me jodí el cartílago. Fue tan grande el susto que sentí algo cáustico quemando mi estómago. Ella salió huyendo. No se lo reprocho, ni aún en lo más mínimo: en ese momento expelí mi miedo en chorros pestíferos.
Sobre el autor: Javier López
Imagen: Yellow Around, de zzen en deviantArt
¡Qué mágico!
ResponderEliminar¡Y algo trágico!
ResponderEliminarLúdico...
ResponderEliminarCáustico.
ResponderEliminar