martes, 21 de junio de 2011

Mascando – Héctor Ranea


Masco mondadientes. Con el último de una cajetilla abro la nueva perforando el orificio troquelado. Ya sé. Ya sé. Está desaconsejado por todos los odontólogos del universo mundo. Pero lo hago porque qué podría si no hacer. Mirar crecer las plantas. Aprender el manejo de libélulas para armar una red para cazar mariposas. Todo eso lo hice. Pero: ¿para mirar la televisión, ponerme un poco de aceitunas, mirar el partido bebiendo cerveza? Otra cosa no se necesita más que mascar. Le digo que ya lo hice y nada. Créame que no. Nada. Eso sí, después de los atracones de mondadientes es difícil cagar tantos ataúdes. Parecen procesiones fúnebres. Ahí deberían ir varios personajes de la televisión, por lo que colijo. Pero no. Los ataúdes salen solitos, vacíos los pobrecitos. Y ahí van. Flotando como jangaditas que no llevan nada.

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