El fantasma se pasea por los cuartos, ajeno a cualquier mirada que alguien pudiese dirigirle. De vez en cuando exhala un largo suspiro. Hace rato que desistió de provocar el pavor y se limita a frotarse ectoplásmicamente contra el techo.
Los sábados, sin embargo, no aparece por la casa. Es día de limpieza y tiene un temor no demasiado injustificado hacia los plumeros.
Tomado del blog: http://memoriasdeldakota.blogspot.com/
Alejandro Bentivoglio
Já, pobre fantasma, en estos tiempos modernos ellos tampoco están a gusto... Menos mal que siguen dando tema para escrituras como ésta.
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