Ella, ahí sentada. Firma ejemplares de su último libro mientras yo tengo que alejarme de su presencia, huérfano de su pluma. Ella, que me dio la vida y me elevó al heroico pedestal de los inmortales al dotarme de virtudes tan notables que no hubo rival que pudiera conmigo a lo largo del extenso relato; ochocientas noventa y siete páginas de belleza literaria. Ella ahora recibe aplausos y yo quedé atrapado en el papel. Ya no me habla, ya no se acuerda de mí. Aún no se enteró que la maté cuando puso el punto final.
Sobre el autor: Fernando Puga
Imagen: Red Spiral, de zzen en deviantArt
Lindo giro final, Fernando!
ResponderEliminarQué bien contada la relación entre el creador y su obra.
ResponderEliminarmuchas gracias por sus alentadores comentarios!
ResponderEliminarSerá que cobran vida? los personajes? Siempre me lo había preguntado, y tu relato lo confirma.
ResponderEliminarGracias