lunes, 13 de junio de 2011

El mail de Hermes – Francisco Costantini


El mail, contundente, estaba dirigido a la totalidad de los dioses del Olimpo. Hermes decía sentirse avergonzado de que no hubiera divinidad que no se la pasara cada segundo de su vida eterna con la cabeza metida en las pantallas de los celulares y monitores, enviando mensajitos de texto o tweeteando. Incluso, aclaraba, él había caído en esas redes más petrificantes que la mirada de Medusa. Pero lo peor consistía en la humillación que lo embargaba, pues, como dios mensajero que era, su existencia ya no tenía razón de ser. “Me voy del Olimpo, seré un desocupado más entre los infelices griegos” fue la última oración de su mail, que también copió en su muro de facebook y, por supuesto, tweeteó. La única respuesta fue un “A Ares le gusta esto”; por lo demás, los dioses lo olvidaron pronto.

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