Un hastío visceral la llevó a vagar aquella Nochebuena con la esperanza de encontrar algún cliente solitario. Las últimas luces se hacían acuosas en la noche londinense, a la hora en que ratas y cucarachas corren libremente por las calles. El aroma a galletas de jengibre brotaba de los hogares envolviéndola con recuerdos de una niñez para olvidar. No podía llorar, se correría su maquillaje. Debía apresurarse si quería encontrar algún rezagado de los bares que le diera un poco de olvido. Retocaba el bermellón de sus labios cuando lo vio en el espejo. El taciturno Jack caminaba a pocos pasos detrás de ella. Se sintió dadivosa. Pensó en ofrecerle compañía al costo de una sangría.
- Hola Jack... tengo un obsequio de Navidad para ti.
- Yo también Polly.
- Hola Jack... tengo un obsequio de Navidad para ti.
- Yo también Polly.
Excelente el relato y el título!
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