Drácula se sentó en el Bar El Castillo en la Plaza Franz Kafka. Su garganta estaba reseca y caliente, tanto que cuando le trajeron su litro de Pilsener al acercársela a los labios evaporó la mitad con su aliento; el fluido fue una mezcla viscosa y salobre que sólo él podía disfrutar. Comenzó la lectura del itinerario kafkiano en Praga. La sed lo estaba matando. No estaba acostumbrado, aunque usaba ropa ligera y de colores claros. Tomó tres litros, así que estaba alegre cuando comenzó la caminata. Pronto estuvo frente a la Sinagoga española. Al ver la estatua que representaba a Kafka no pudo contenerse y se abalanzó contra ese cuello. Tan caliente estaba el vampiro que lo fundió bebiéndose algo más de tres litros de bronce. Sintiéndose mejor, y ante la mirada atónita de los paseantes, se perdió entre los turistas que entraban en el Barrio Viejo.
que raro que no se sintiese mal despues de ese trago...
ResponderEliminarSe ve que no tiene gastritis; lo envidio :(
ResponderEliminarEs la vida tranqui que se puede llevar en Praga con un poco de buena voluntad...
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