Julio confiaba por completo en su ciencia como para viajar en su máquina del tiempo recién inventada; no quiso gastar ni un minuto para hacer ajustes o ensayos, tampoco temía por su vida. Iría al futuro a contemplar las maravillas que sus pares harían realidad. No podía esperar.
Se lanzó sobre el asiento acolchado y después de asegurarse con un par de cinturones cruzados empujó la palanca hacia adelante. Un enorme vórtice salido de la nada lo tragó. Por un lapso que le pareció eterno él y la maquina se agitaron como dentro de una mezcladora hasta que pensó que se iban a despedazar pero el movimiento se fue suavizando hasta que se detuvo por completo. Bajó todavía un poco mareado tratando de mantenerse en pie y observó alrededor sin poder creer en lo que veía.
El panorama no podía ser más aterrador, el silencio era completo, hasta donde alcanzaba la vista no quedaba un edificio en pie. Podía notar a pesar de todo que era una era con grandes avances que de nada habían servido para evitar la catástrofe.
Caminó vacilante sin saber adónde ir, en el suelo levantó lo que quedaba de un viejo diario: “¡Es el fin!, decía en letras enormes que ocupaban media página, caen Paris, Roma y Berlín, ya no se reciben noticias de Rusia y Japón está sumido en un completo silencio. Londres apenas resiste y los pocos sobrevivientes se esconden bajo la tierra. Desde Nueva York a Los Ángeles no hay más que cenizas. Los científicos se lamentan por las armas que han creado, como si le hubieran leído el pensamiento y terminaba repitiendo ¡Es el fin!
¡No habían sido otros que ellos los que habían destruido el mundo que prometieron mejorar! Desesperado volvió hasta la máquina del tiempo, sollozaba sin poder contenerse, tal vez el aparato que lo transportó hasta esta época le advertía el mal que vendría de su ciencia, mientras él solo pensaba en quedar en la historia por su contribución a la humanidad, ¡Que necio!
Sin pensarlo más, tomó del suelo una barra de metal, tal vez parte de una ventana donde antes miraban niños, que el había contribuido a matar. Con furia hizo añicos su invento después sacó de su bolsillo el revólver que guardó por las dudas tuviera que defenderse y se la colocó en la frente; no se haría responsable de tanta desgracia, pensó antes de disparar y volarse los sesos.
“…apareció el cadáver de un hombre, al parecer se habría suicidado con un revólver, vestía ropas de época, no llevaba documentos ni identificación alguna excepto un reloj colgante con la iníciales J.V, estaba tendido junto a los restos de un aparato desconocido. Aseguran que no pertenecía al plantel de empleados y se desconoce el modo en que ingresó sin que se activaran las alarmas o lo captaran las cámaras de la entrada. Todo esto sucedió ayer durante el receso, por lo que el parque temático Mundos futuros se hallaba cerrado…”
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