Había sido un día duro. Ninguno de sus pacientes lograba resolver los conflictos en los que estaban involucrados. Adoro mi trabajo, pensó, pero a veces absorbe mis fuerzas de tal modo que sólo ansío escaparme, dejar la profesión, vivir en una isla solitaria, alejado de todo. Cerró los ojos y se deslizó hacia un sueño tibio, de arena fina y mar turquesa; el sol estaba bajo en el cielo y la brisa soplaba mansa e indolente, haciendo contrapunto con las olas. Deseó una cerveza bien fría y la tuvo en la mano. Tengo todo lo que necesito, reflexionó. Pero, de pronto, lo sobresaltó una sombra despegándose de las palmeras. Dejó la botella en el suelo a tiempo para ver que cientos de obsesivos compulsivos, ludópatas y drogadictos dejaban su escondite y empezaban a cercarlo. Retrocedió hasta la orilla del agua, pero una idea espantosa lo estranguló: no sabía nadar.
Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman
Ilustración: "La encantadora de serpientes", de Henri Rousseau
¡qué terrible pesadilla! Felicitaciones, Sergio.
ResponderEliminarexcelente Sergio...excelente texto...excelente pasaje onírico...
ResponderEliminarUn cortometraje de contrastes. El paraíso onírico que se convierte en pesadilla.
ResponderEliminarExcelente narración, Sergio.