jueves, 9 de diciembre de 2010

Ausencia de despedidas - Samanta Ortega


Cuando se despertó puso la mano sobre el lado de la cama que aún estaba tibio. ¿Marcos? Lo llamó recorriendo la casa. Al llegar a la mesa frente a la puerta, vio la carta con su nombre. Reconoció la letra. Cuando la abrió, la carta estaba en blanco, vacía. Solo la fecha y, debajo, la firma de Marcos.
No entendió qué quiso decirle. Nada. Evidentemente nada. La ausencia había llegado a su punto máximo. Ella dudo si se hubiera tomado la molestia.

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