miércoles, 29 de diciembre de 2010

Navidad prometedora - Carlos Suchowolski


—Escogeré a los más tiernitos… —magulló abandonando la cama.
Afuera nevaba y el sol aún no había comenzado a brillar. Se calzó el pantalón rojo, las botas rojas rematadas de blanco, luego el abrigo del mismo color con ribetes y por fin el gorro típico, de punta caída a causa del pesado pompom. No había razón alguna para cambiar de vestuario sino todo lo contrario, era para llevarlo especialmente en esta ocasión. Y salió a preparar el trineo.
Por fin, al volver a casa en busca del par de gafas de sol que no se le había ocurrido llevar consigo en un primer momento, pero que de repente pensó que le podrían ser muy útiles, descubrió en en una esquina de la puerta, el “¡Qué tengas un buen día, mi querido gordinflón!”
—¡Maldita! —exclamó sonriendo evocadoramente. Pero debía darse prisa e ir hacia la noche antes de que saliera el sol. Una vez que volviera de la cacería, se dijo mientras iba y venía, limpiaría con alcohol etílico ese mensaje escrito con un dedo mojado en su propia sangre por la vampira de la noche pasada.

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