El doctor Josef Breuer, contemporáneo, maestro y amigo de Sigmund Freud, intentó utilizar una estrategia ajedrecística para desentrañar la patología que aquejaba a Friedrich Nietzsche y, de ser posible, curarlo. Pero no resultó: el filósofo, que era el ser menos lúdico que pueda imaginarse, bloqueó la intentona del medico con el único método infalible: pateó el tablero.
La última palabra también puede ser una patada...
ResponderEliminarmuy bueno...
Con semejante personaje no quedaba otra, no?
ResponderEliminarMe encantó ;)
Palabras como patadas; patadas como palabras. ¿Nacerá un nuevo enfoque terapéutico? Imaginen la situación: el tipo entra al consultorio y en lugar de diván o sillón hay un palenque y unas cuerdas. El terapeota le ata las manos al paciente, le expone las partes adecuadas y empieza el tratamiento...
ResponderEliminarjajaja
ResponderEliminarpuede funcionar ;)
Veamos si funciona en el cuento que estoy escribiendo...
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