sábado, 18 de diciembre de 2010

Sexagenario - Juan Manuel Valitutti


Fue un superhéroe. Pero su tiempo había pasado. Contempló el antifaz que por tantos años lo había secundado en su tarea de combatir el crimen. Lo sopesó en sus manos con cariño paternal y, finalmente, lo remontó por sobre el barandal que se abismaba a la calle. Los peatones que circulaban por la arteria céntrica atisbaron un destello de carmín descendiendo en la brisa solariega. “Algún niño travieso”, pensaron. Pero interceptaron la prenda, y cuando comprendieron de qué se trataba quedaron enmudecidos. Entonces vieron caer la malla protectora, las armas, ¡y la capa, la capa carmesí de…!
—¡Es el Capitán Carmesí! —Las manos señalaban el balcón del edificio—. ¡Sabremos quién es!
Corrieron. Corrieron, y ocuparon los elevadores y las escaleras, y al rato llegaron los reporteros, con sus ansiosas cámaras.
El ahora sexagenario Capitán contempló el despliegue con una sonrisa nostálgica. “Está hecho”, pensó. Se volvió en el balcón e ingresó a la sala de estar. Las puertas se abrieron de un empellón y el público penetró en el secreto santuario. Las voces de asombro y los aturdidores flashes estallaron al unísono.
—Tiempo al tiempo, muchachos... —El ex Capitán trataba de calmar a la turba—. Contestaré a todas las preguntas que quieran formularme, ¡y hasta firmaré autógrafos!
Un reportero se adelantó e hizo alarmantes señas al Capitán.
Entonces el superhéroe retirado lo entendió…
“¡Demonios!”, pensó. “¡Estoy en bolas!”

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