miércoles, 15 de diciembre de 2010

Último deseo - Giselle Aronson


Adivinando esos instantes como los últimos días vitales, en un momento de lucidez, la mujer llamó a su esposo y aferrando su mano, pidió:
—Quiero que mi cuerpo sea ceniza, volar por el aire, que todos puedan aspirar, al menos, una partícula de mi esencia. Prometelo.
Durante dos días, él se dedicó a investigar procedimientos, estudiar técnicas, recolectar materiales.
Luego de la inexorable muerte, el hombre cumpliría con aquel deseo final, convirtiendo el cuerpo de su esposa en fragantes y volátiles sahumerios.

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