miércoles, 30 de marzo de 2011

Frío – Claudia Sánchez


Ella sabía que ese espejo era un portal de entrada a otra dimensión. A veces, mientras se miraba en él, percibía como una onda a sus espaldas, como una ráfaga que quitaba el polvo de las cosas y dejaba todo más brillante.
Nunca se había animado a tocarlo, pero podía sentir un calor que emanaba de él al acercar sus manos. Curiosa por naturaleza y atenazada por el duro invierno y el hambre de la guerra, decidió probar mejor suerte cruzando al otro lado.
Primero probó con una mano, que retiró rápidamente comprobando que había tomado un leve color rosado y estaba tibia. Pensó que en aquel lugar definitivamente no hacía frío y seguramente tendrían comida. Cruzó de un salto.
No podía definir el lugar, pero allí no tenía hambre, ni sed, ni frío. Solo una sensación de paz y bienestar. Al volverse hacia el espejo, le asombró ver a una niña parecida a ella dormida en el suelo, cubierta de escarcha.

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