Ya me pasó otras veces. Miro en el espejo del zaguán de la vieja casona, y la veo allí. Giro la cabeza hacia el rincón, y está vacío. De madrugada suele despertarme su “ñac-ñac” y ya no puedo dormir en toda la noche.
¿Cómo se deshace uno del fantasma de la vieja mecedora de madera y mimbre que perteneció a mi padre, a la que se le rompió una pata y fue quemada con la basura una tarde de invierno de mil novecientos setenta y dos?
Sobre el autor: Daniel Frini
Qué bárbaro! ahora sí estamos jodidos, si las cosas pueden llegar a ser almas y espíritus variopintos!
ResponderEliminarExcelente Frini...
Maravilloso, Dani.
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