domingo, 27 de marzo de 2011
El suicidio de Dios – Antonio J. Cebrián
Harto de vagar solo durante una eternidad, Dios decidió quitarse la vida.
—¡Hágase la nada absoluta! —gritó.
Pero la orden no pudo cumplirse. A medida que menguaba su infinita magnitud camino de la desaparición, el poder de su mandato también lo hacía y el proceso se detuvo en el punto medio.
—¡Hágase la nada absoluta! —gritó de nuevo.
Y volvió a reducirse a la mitad.
Dio la orden una y otra vez y fue mermando por mitades hasta hacerse infinitamente pequeño.
Cuando alcanzó un tamaño tan diminuto que rebasó lo tolerable para el propio concepto de “existencia”, un último pensamiento cruzó por su mente en el instante mismo de la desaparición y toda la energía que aún quedaba en su interior quedó abandonada a su suerte en un punto indefinido en medio de la nada.
Había comenzado el Big Bang.
Sobre el autor: Antonio J. Cebrián
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Muy bueno y comparto esa idea: Dios murió al nacer este universo...
ResponderEliminarYo creo que a Dios lo mató la explosión del Big Bang, mal calculada. Se pasó de megatones.
ResponderEliminarExcelente la idea y el tratamiento, Antonio.