jueves, 31 de marzo de 2011

Extraño a Raulo – Guillermo Vidal


Ahora no está, pero de estar la distancia no sería más corta. Yo amaba a este hombre, así dicho sin matices, con esa clase de afecto que no permite síntesis, sin hacerme rollo por cosas de género. Me quedaba claro que no había manera de encerrarlo en ninguna materia, ni de expresarlo con tan poco como el cuerpo. En ocasiones algún gesto mínimo, tal vez por austero, alcanzaba a decir algo de lo imposible, bajo el acuerdo tácito de no malgastarlo en palabras. No había abrazos sino un espacio cerrado en medio de los dos, donde nadie habitaba ni podía entrar más que el silencio, donde ni nuestros pies descalzos profanaban la tierra. Que otra cosa podía ser que amor lo que guardaba un lugar tan protegido. Pero no había preguntas sobre “lo nuestro”, a pesar de que podía percibirse por la estática, ni respuestas.

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