—¡Vieja!
—¿Qué?
—¡Se quema la comida!
—¡Estoy en el baño! ¡Revolvé vos el puchero!
Él se acercó a la cocina, tomó una cuchara de madera y la metió en la olla. Apenas la movió; entre papas, zanahorias, trozos de tomate, arvejas y ciboulettes; apareció un pequeño antebrazo y una manito izquierda, que parecía saludarlo. Luego asomó un piecito, un muslo, medio tórax, marcado con una sierra para mejor trozarlo una vez cocinado y un ojito. Los bebés humanos son riquísimos preparados según la receta de la antigua tradición.
Sobre el autor: Daniel Frini
Ilustración: Tomado de Pablo Bassani Fioravanti
Mm! Pase la receta a Peloncha... Asombroso!
ResponderEliminarSi pero últimamente están duros, apenas tienen sabor y, mucho menos, carne...
ResponderEliminarHumanos fritos eran los de antes...
Amargo más que duro... un Bogart... nunca más...
ResponderEliminarRecomendado el texto de Swift sobre su teoría de cómo comer niños para evitar la sobrepoblación.
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