En la pantalla se formó la imagen de una niña. Una maraña de cabellos rubios le cubría la mitad del rostro, pero había sangre en ellos, y un moretón se insinuaba en su frente. La habían maltratado, pero no lloraba ni estaba asustada. Traté de adivinar qué clase de bruto le había hecho algo así.
En ese momento entro mi hija a la habitación.
—Te he visto hacerlo —me dijo—, te he visto. —En la pantalla el rostro sonreía.
—¡Cállate, estás loca, loca. —Sujeté su frágil cuello; el gesto odioso de su madre no se borraba de su rostro. La golpeé con furia. En la pantalla, la chica maltratada no se veía más. En su lugar un anciano azotaba un espejo, luego se volteó hacia la cámara y sonrió.
Impresionante, Sergio y Jesús. La verdad que han puesto en el aire un tema terrible con una calidad excelente. Chapó!
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