Perdidos – Esteban Moscarda

El avión se estrelló espectacularmente, se hizo pedazos, explotando como un cohete. Los sobrevivientes terminaron en una isla muy extraña, donde sucedían cosas fuera de toda lógica. La primera noche, los atacó un dinosaurio invisible. La segunda, un humo que tomaba forma humana y que parecía tener conciencia. Después, tantas cosas: secuestraron a un par de ellos, un botón en una computadora que detenía una catástrofe cósmica, hubo cierto viaje en el tiempo, una banda de mercenarios desalmados que quiso tomar la isla, una organización misteriosa que se escondía entre las brumas verdes del lugar, extrañas voces que cantaban desde el pasado, los Otros y su naturaleza ambigua —y yo diría mal delineada—, más caracteres pintados, etc. Pero finalmente, todo se hizo más extraño aún. Apareció cierta realidad alterna de dudosa probabilidad y todos los conflictos de los personajes se fueron licuando, perdiendo densidad dramática. Y tuvo que intervenir el gobierno Yanqui.
—Señor Presidente, la Isla existe. Deberíamos mandar un equipo —dijo un subordinado.
—Bien hecho, ¿sabes lo que esto significa? Podremos dominar al mundo, podríamos incluso dejar el capitalismo: no lo necesitaríamos más —dijo Obama, riéndose como un republicano.
—Señor, está habitada. Habría que ocuparnos de los que están allí. Sin embargo, no tema: son meros personajes de ficción.
—Perfecto. Haga una cosa: termine la serie, termínela mal, haga que la gente los olvide rápidamente. Mátelos, mátelos a todos…
—Así lo haré, señor —terminó el subordinado y se retiró a escribir los últimos capítulos de la serie.
Tiempo después, los Estados Unidos dominaban la isla de Lost…

Esteban Moscarda