viernes, 15 de abril de 2011

El robo – Esteban Moscarda


—Mirá, el trabajo es simple: cuatro hombres, uno controla a los empleados, otro hace de campana y los dos restantes van a la bóveda. Tengo todo: códigos, horarios, toda la información interna que necesitamos. Es fácil y, por lo que me dijeron, vamos a poder olvidarnos de toda esta mierda, nos vamos a tomar unas merecidas vacaciones.
—Está bien. Lo que sí, asegurame una buena parte: quiero dejar todo. Me voy, para siempre.
—No te hagás drama: te garantizo el mejor botín de tu vida.
Damián y Gustavo, dos viejos conocidos del submundo criminal, nunca pensaron que este diálogo daría inicio al último de sus “trabajos”. Como tantas otras veces, la cuestión no representaba mayor riesgo que el habitual. Ya no tenían miedo o, mejor dicho, habían aprendido a usar el miedo en su favor. Por eso, estaban bastante seguros cuando el 1 de abríl de 2009 a las 10 de la mañana entraron al banco marcado. Al comienzo, todo salió bien. Había poca gente, los empleados no ofrecieron resistencia y los guardias ni se atrevieron a encarar un combate. Lo complicado se dio cuando fueron a la bóveda. Tras la puerta de duro metal no había plata ni joyas ni títulos cambiarios. En su lugar, en el centro del recinto, un agujero de luz del tamaño de un hombre.
—¿Qué mierda es esto? —pregunta Gustavo. El trapo de su cara oculta su desesperación. Damián no responde. Tarda en digerir la situación. La luz le enceguece los sentidos. No puede, o no quiere, elaborar una explicación. En eso, entra un hombre. Viste de traje, parece el gerente de la sucursal.
—Sus vacaciones, muchachos. Sus merecidas vacaciones —dice con un tono neutro demasiado extraño para la realidad.
—¿Quién carajo sos y qué mierda es esto? —interroga Damián, exteriorizando una bronca contenida. Se siente engañado. No obtiene respuesta y se dispone a empuñar el arma cuando el sujeto, levantando la mano, lo empuja, sin tocarlo, hacia la luz. Gustavo, al ver esto, es más rápido: dispara cuatro veces pero ninguna bala logra destruirlo. Parece cosa del demonio, piensa mientras él también es arrastrado hacia la luz.
En el noticiero de las ocho se habló, como al pasar, del tema: otro robo frustrado por la Polícia Especial, dos detenidos y dos exiliados al universo penal de Marcos Paz.

Sobre el autor: Esteban Moscarda

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