
Quisiera amarte como amo a mi bufanda, o como amo a mi vaso de fernet. Con esa furia, con esa gratuidad.
O amarte, por ejemplo, como amo a mis anteojos: con esa necesidad. O a mi ducha caliente, por esa transformación que se opera en mi ser entero con sólo pensar en ella, en su tibieza.
Amarte —¿podré hacértelo entender?— como amo a mis piezas de ajedrez, a mis viejas pantuflas, a mi lápiz; al grillo de mi patio, a mi nogal.
Pero eres sólo Dios.
Sobre el autor: Alejandro González Foerster
No hay comentarios:
Publicar un comentario