Nunca hubiera esperado que fuera así.
Cuando una es joven y está en busca del amor, desvelada y ansiosamente lo inquiere en cada gesto y en cada circunstancia, cree -o, mejor dicho, cree saber- que cuando haya llegado, cuando haya al fin llegado, nada habrá que se le pueda parecer, y que ante su presencia el alma de una se encenderá como una hoguera.
Sueño descabellado, ilusión vana fruto de mi estúpido romanticismo adolescente. Ahora que por fin me he unido a él la rutina envenena cada instante y su indiferencia hiere mi corazón como una lanza. Mi sueño ha muerto irremediablemente.
Pero no le va a resultar así de fácil. Atada a él para siempre, como estoy, el día que por fin lo pueda ver tendrá que responder por mi ilusión.
Mi pequeña venganza, mi único consuelo mientras paseo triste por el huerto bajo la mirada entre curiosa y preocupada de la Madre Superiora.
Acerca de Alejandro González Foerster
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