Encerró la última cabra en el corral, se desvistió y se lavó en la palangana con el jabón que había comprado esa mañana. Se vistió a toda prisa, el pantalón olía a naftalina y la camisa le quedaba estrecha, el chaleco disimulaba el botón a punto de reventar. Guardó en una talega los zapatos y se echó a andar sendero abajo, por fin, sudoroso llegó a las afueras del pueblo, se quitó las alpargatas y las guardó entre los matorrales. A paso tranquilo y notando la presión de los zapatos llegó a la plaza, la orquesta comenzaba a tocar.
Tomado del blog: Beso de Lagarto
Tomado del blog: Beso de Lagarto
Era yo.
ResponderEliminarLa Boca del Ello