—Hoy día cualquier lengua puede aprenderse en una academia —aseguró mi interlocutor.
—No esté tan seguro —lo contradije. Y sacando mi lengua de cincuenta y dos centímetros en la que había hecho tatuar el Códice Hamkuraki, un manual de masturbación nepalés del siglo II, lo desafié—. Apréndase mi lengua.
Sobre los autores: Javier López & Sergio Gaut vel Hartman
Un poco menos de mofa. No me saque usted la lengua, Mr. Einstein, que se la sacaré yo haciéndole la broma del neutrino veloz...
ResponderEliminarNo... con esa lengua... ni los neutrinos se escapan! Estos neutrinos veloces!!! No hagan reír a los pollos!! En cuanto a la lengua, mamma mia! Qué lengüita tiene ese señor...
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