lunes, 29 de noviembre de 2010

La piña prohibida - Gilda Manso


El Tanque Alonso, el mejor peso pesado de su generación, con tres victorias, dos empates y ninguna derrota, llegó a su casa y vio a su mamá con —otra vez— un ojo morado y la boca cortada; un hilo de sangre corría por su mentón y llegaba al cuello. A su lado, el marido de la madre del Tanque Alonso tomaba mate.
—Acordate, pibe: tenés la piña prohibida. No me podés lastimar —dijo el tipo, con sorna.
El Tanque Alonso sacó el revólver que guardaba en su bolso y lo descargó sobre el pecho del marido de su mamá, mientras pensaba que si tenía que ir preso, que fuera, al menos, por algo definitivo.

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