jueves, 11 de noviembre de 2010

Tabú - Enrique Anderson Imbert


El ángel de la guarda le susurra a Fabián, por detrás del hombro:
—¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra zangolotino.
—¿Zangolotino? —pregunta Fabián azorado.
Y muere.

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