jueves, 11 de noviembre de 2010
Turista - Héctor Ranea & Javier López
Estuve con Ann Boleyn en el momento de su último suspiro en forma de chorro de sangre de dos metros de longitud. No me salpicó de suerte, nomás. Algunas cabezas dicen cosas una vez extraídas violentamente de los torsos. La de ella dijo apenas un suspiro en el que podíamos adivinar la palabra Henry, sólo porque sabíamos la historia que la había llevado allí. Sin embargo, sus manos ligadas no dijeron nada. Como muchos viajeros del tiempo, lloramos su triste final, pero seguimos viaje. El tour del tiempo no perdonaba retrasos. El castigo era la guillotina anónima, el retorno imposible.
Sobre los autores:
Héctor Ranea
Javier López
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Notable. Para cartógrafos de la perversión. Si estamos en 1453 esto debe ser Constantinopla cayendo y así por el estilo. Todo un hallazgo.
ResponderEliminarCaen imperios, ruedan cabezas...
ResponderEliminarMenos mal que no nacimos en el siglo XV o XVI, porque no creo que conserváramos las nuestras.