viernes, 1 de julio de 2011

Un suceso editorial – Gabriela Baade



El matutino “La batida. Nada mejor para envolver los huevos” había bajado sus ventas estrepitosamente. En otra tediosa reunión de redacción, el avaro dueño del periódico solicitó explicaciones al equipo. Nadie pudo hacerle entender que de continuar con la línea editorial que sólo vanagloriaba su nombre, ya ni su familia leería los cien pasquines por tirada.
Con mirada perversa, don Ernesto Guerrero recorría las caras de sus empleados. Ellos le devolvían el gesto, cargados de odio y resentimiento.
Una franja de brea aplicada sobre el escritorio de Guerrero sirvió de punto de ignición a las llamas que devoraron su cuerpo en segundos.
El jefe de redacción había rociado el antiguo traje de Ernesto con nafta. Lucrecia, la secretaria, lo había atado a la silla de madera de cerezo. Los cronistas escribían a cuatro manos la crónica.
Al día siguiente, los lectores agotaron los mil quinientos ejemplares de “La batida. Nosotros pusimos los huevos, vos poné los dos pesos”.
Una foto a todo color en el centro de la portada atraía a los miradores de kioskos. En grandes letras modernas anunciaban la trágica muerte del director del diario y el cambio de la línea editorial.

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