viernes, 8 de julio de 2011

Un clásico de entre los clásicos (de libro) - Paula Jansen


—Mami, no encuentro mis botines. ¿Me ayudás?
—Ay, Tomás, ahora no puedo —Andrea levantó uno de los almohadones del sillón del living en busca de las llaves del auto—. Creo que están en el cajón de abajo del placar, fijate. Y apurate un poco, que vamos a llegar tarde a la canchita.
—¡Sí, ma, ya sé! Mil veces me lo dijiste —la voz de Tomás le llegaba desde el cuarto; sonaba como si estuviera agachado, intentando calzarse las medias de fútbol—. ¿Me ponés las medias?
—Sí, mi solcito —dijo Andrea con su tono más apuradamente cariñoso entrando a la habitación de él—, yo te pongo las mediecitas Sentate acá, mi bichito. ¿A ver? —le señaló un banco—. Estas medias están cada vez más chiquitas, o vos cada vez más grande. Ayudame, Tomi. Dale, hacé fuerza.
De pronto oyó el ringtone de su blackberry.
¿Una urgencia?
—¿La doctora Andrea, por favor?
—Sí, ella habla. Pero soy licenciada, señora. Licenciada en psicología, no doctora.
—Doctora, yo la llamo por mi nene…
—Su nene.
—Para que él vaya a verla, ¿vio? Porque mi nene no quiere llamar, ¿vio? Pero yo le digo que él tiene que llamarla, le ruego que la llame. Porque él duerme hasta tarde y no se levanta y yo le digo que tiene que levantarse y no me hace caso porque él nunca me hace caso.
—Perdón, señora, ¿me podría llamar en otro momento? Ahora no puedo atenderla. Además, yo solam…
—Pero lo mío es rápido, doctora. Mi nene es un buen chico pero no obedece. Yo le digo que haga algo pero él hace lo que quiere. ¿Usted, doctora, podría verlo?
—Doctora no, licenciada. ¿Su nombre era?
—Yo tengo esperanza que mi nene cambie, ¿vio? Usted es mi esperanza, doctora. Seguro que va a estar mejor si usted lo ve. Porque él es un chico muy bueno, ¿sabe? Bueno, ya se lo dije antes. Pero es bueno de verdad. Y muy inteligente además pero no se levanta temprano y eso no le hace bien.
La mujer no paraba, y Andrea vio que Tomás había abierto la puerta del departamento, ahora tocaba insistentemente el timbre.
—¡Dale, mamá! —gritaba, con la campera en la mano, iba y venía del pasillo al living—. ¡Dale!
—Mi nene siempre fue muy estudioso —siguió la otra—. Yo le pregunté al doctor García, el clínico, ¿usted lo conoce, no?
—Señora, espere un minuto. Ya voy, Tomás.
—Sí, Tomás se llama mi nene. ¿Cómo lo supo? ¿Vio que usted sabe, doctora?
—No, señora, no lo digo por su nene…
—El doctor García, Jorge García, me habló muy bien de usted. Me dijo que usted lo iba a ayudar a mi Tomasito.
Andrea, con el celular en la mano, poniéndose el saco, agarrando la cartera y tratando de que no se le cayera el llavero, le hacía señas a Tomás de que esperase. Debía cortarle a esa bórder ya mismo.
—Señora, ¿me podría llamar…?
—Porque yo le digo a mi nene que tiene que abrigarse cuando hace frío y no se me abriga. ¿A usted le parece? ¿Vio qué frío está haciendo hoy? Anunciaron bajo cero para esta semana y él no se abriga y después se resfría y le agarra tos y yo le insisto en que se abrigue pero vio como son los chicos de ahora ellos deciden hacen lo que se les da la gana doctora ya no hay el mismo respeto por los padres que antes mi mamá decía algo y para mí era palabra santa eran otras épocas ahora los chicos igual doctora mi nene es educadito cariñoso perosiélhablaconustedalomejor
—¡Señora, por Dios! Yo soy licenciada, no doctora. Y no atiendo chicos, sólo veo adultos. Hace tres horas que se lo intento explicar, ¿entiende? Y ahora estoy ocupada, ¿entiende?
—Doctora, ¿usted sí va a poder atender a mi hijo?
—Señora, ¿no escuchó? ¡Yo no atiendo chicos!
—¿Por qué cree que mi Tomasito es un chico? Si ya tiene veinticinco años.
Veinticinco años, pensó Andrea. ¡Las cosas que hay que oír!
—Llámeme mañana por la mañana, por favor —dijo.
Y cortó antes de que la otra tuviera tiempo de contestar.
Y la voz de Tomasito. Su Tomasito:
—Mami, ¿me ponés la campera?
—¡Basta, Tomás! Ya sos grande. Tenés cuatro años, es hora de que empieces a arreglarte solo. ¿O no?

Paula Jansen

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