miércoles, 20 de julio de 2011

A toda máquina – Esteban Moscarda & Sergio Gaut vel Hartman


Atentos a que los humanos viajan a la velocidad de la luz y los demonios a la de la oscuridad, los arcángeles deliberan para saber a qué velocidad tienen que viajar ellos.
—La nuestra es la velocidad de Dios —dice Miguel.
—No seas idiota —replica Uriel—; Dios no se mueve desde hace eones. Si elegimos esa velocidad lo nuestro será parálisis.
—Entonces que sea la velocidad del pensamiento —propone Gabriel.
—¿Los seres del espíritu atados a la torpe velocidad del pensamiento? —Ariel mira a sus compañeros con desprecio—. ¡Siempre los mismos pusilánimes! —concluye.
—Llamemos a Lucifer —dice Rafael—; él debe saber.
—¿A ese, que no paga la cuota desde los tiempos del Génesis? —Sariel saca una libreta y corrobora la anotación antes de decir—: Hace 765.638.254.680.603.593.309.508.445 años que Lucifer no paga.
—Justamente —dice Lucifer apareciendo—. Mi velocidad es la más apreciada por todos.
—¿Cuál es tu velocidad? —pregunta ingenuamente Rabel.
—La de la morosidad —dice el ángel caído antes de esfumarse, dejando a todos con la boca abierta como buzón.

5 comentarios:

  1. "Los seres del espíritu", me gusta. Y también la cantidad inconcebible de años.

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  2. “A la velocidad de la oscuridad”… esa sí que es una ocurrencia y además simpática. Si la luz se mueve a 299.792.458 m/s es porque la oscuridad (vacío) le permite moverse libremente, sin obstáculo, ahora bien, si la oscuridad es superabundante (quizás infinita) su omnipresencia sin embargo comete estas licencias que hacen de la luz una cálida gacela que va saltando de una estrella a la otra… como si nada.

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