martes, 12 de julio de 2011

Reyes - Patricia Nasello


Hace un año que el abuelo hizo el asado, mamá las ensaladas y papá me ayudó a juntar agua y pasto para los camellos. Tía Clarita me explicó la historia de los reyes magos, que es muy complicada, de a poco como para que yo la entendiera y me dejó elegir cuáles zapatos pondría al lado del pasto. Era una noche con nubes bajas y el calor sofocaba. La figura del abuelo contra el fuego parecía agrandarse:
—Mi hija y yo somos la gran máquina de multiplicar trabajo en esta casa. Artesanos hijos de artesanos, por mandamiento de sangre, orgullosos de nuestras manos con cicatrices, con cayos, nuestras manos de uñas quebradas.
Por mucho que el abuelo diga a mí me gustan más las manos de papá, que es vendedor y aunque tenga que vivir en la casa del abuelo porque es pobre, sale a trabajar de saco y corbata.
—Nosotros no necesitamos ensuciarnos para trabajar.
—Callate hermano, por favor— susurró tía Clarita.Mamá sufría mientras suegro y yerno peleaban su pelea de siempre.
Yerno y suegro son palabras que me enseñó tía Clarita, a mí me gusta aprender pero mamá está demasiado ocupada para enseñarme.
El asado salió rico, comimos y después pasó algo maravilloso: tía Clarita fue a su pieza y tocó unas chacareras en el piano. Al principio cantaba sola pero enseguida nos animamos. Cuando llegó el estribillo le respondimos los cuatro desde la cocina. Cantamos todos juntos un tiempo bastante largo, como nunca habíamos hecho antes y como nunca volvimos a hacer.
Cuando íbamos a acostarnos le pedí que me enseñara a tocar. El abuelo ya se habría olvidado de los cantos porque la miró con odio.
Ella respondió con seriedad:
—Te falta crecer un poco más, de acá a un año comenzamos las clases, será mi regalo de reyes.
Eso de ‘mi regalo de reyes’ en aquel momento me confundió.
Nunca pudimos hablarlo porque cayó enferma y no se podía dar a entender. Ahora están todo el día machacándome con eso que desde el cielo me escucha. Se equivocan, nunca me ha contestado y le encantaba hablar conmigo.
Hoy cenamos en silencio como cualquier otra noche. Nadie menciona a los reyes, no parecen recordarlos.
Yo tampoco.

Patricia Nasello

3 comentarios:

  1. Gracias por traer a Patricia.

    Navidad triste...Como suelen ser.

    Saludos desde el aire

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  2. Lo incomprensible de la pérdida desde unos ojos inocentes. Precioso.

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  3. Cuando hay problemas de familia siempre los son, Rosa.
    Un saludo desde el corazón

    Muchas gracias querido Cyber!
    Un abrazo

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