jueves, 13 de enero de 2011

Testimonio - Gabriela Baade


Mi nombre es Elizabeth Morley, lo que le voy a relatar me ocurrió una noche de primavera del año 1993.
Había acostado a mi pequeña Lily Sue en su habitación. Al llegar a la cocina para preparar el desayuno del día siguiente, escucho unos extraños ruidos provenientes del microwave, me sorprendí porque no funcionaba desde la semana anterior cuando un apagón lo había dañado.
Me alarmé e inmediatamente llamé a Harry.
—Harry ven cariño, creo que algo está ocurriendo con los electrodomésticos.
—¡Ya va! —me respondió solícito.
A esa altura el microwave sonaba y sus luces se encendían y apagaban con un ritmo constante, la batidora y la tostadora temblaban sobre la mesada y en el cajón de los utensilios se percibía un cierto desorden.
Sentía que estaban vigilando mis movimientos.
Llamé nuevamente a Harry.
—Harry, ¡ven en este mismo instante!
Al arribar Harry a la cocina, un cable con luz en su extremo apareció por el orificio del tomacorrientes de la nevera.
Harry le propinó una terrible golpiza, pero el cable no se retiraba.
Una vibración inesperada hizo que dirigiéramos nuestra vista hacia el fregadero, de allí mismo surgían voces desconocidas y sonidos de interferencia.
De la estufa emergieron unos periscopios morados que seguían nuestros movimientos.
MI niña lloraba, cuando me dirijo al piso superior siento un irrefrenable deseo de evacuar los intestinos, luego de asearme veo que por el hoyo del retrete asoma una mano color ocre, con tres dedos, uno de ellos iluminado y retira mis excrementos. Retrocedo y me tropiezo con el lavabo del cual surgían luces incandescentes verdes, rojas y amarillas.
Salgo apresuradamente del baño, al llegar a la habitación de mi hija veo que por el ojo del osito de peluche sale un micrófono pluridireccional con entrada potenciada de bass.
Pude sobreponerme a la parálisis, tomé a niña y descendí.
Fue así como descubrimos que tras las paredes de cada casa del universo había un innumerable número de aparatos de vigilancia que nos mantiene controlados.
Cada hueco de su casa puede ser la ventana para que lo controlen.
No necesariamente dependiendo de los muros, sino que cada objeto y/o sujeto con orificios son la puerta de entrada de la vigilancia.
Hemos tenido la suerte de que por un accidente menor de los observer pudimos descubrir esta maniobra de control.
Ya hemos demolido nuestra morada y ahora estamos viviendo en un motorhome alejados de todo vecindario.

1 comentario:

  1. Pensé que era un poltergeist, pero eran "Ellos". Mucho más terrible.
    Buen cuento, Gabriela.

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