lunes, 17 de enero de 2011

El Cuaderno - Esteban Moscarda


Encontré el cuaderno en una calle, tirado sobre las raíces de un árbol viejo. Era un cuaderno común, como los que usan los escolares, pero gastado, amarillento. Cuando comencé a escribir en él no sentí nada especial pero al poco tiempo me di cuenta que las cosas que volcaba en sus hojas (deseos, reflexiones, etc.) se daban en la realidad, ocurrían. Y al entender el poder que tenía entre manos fui un dios. Maté a mis enemigos y me hice millonario. Me acosté con las mujeres más hermosas y conocí las edades más lejanas. Pero llegó el día en que el poder del cuaderno se volvió en mi contra. Había deseado (y escrito) que un vecino que me caía muy mal terminara en la cárcel. En cambio, fui yo el que acabé en cana. Luego desee escribíque todos se fueran al infierno; yo terminé en el infierno.
discúlpeme buen hombre: era la única manera de recuperar mi diario —me dijo el Demonio, riéndose…

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