Pero la música me persigue, los aullidos de los lobos, sus cantos que llenan la oscuridad, el crepuscular espectro de una gota de sangre, la sinfonía de cada instrumento hecho hueso. El amo viene pronto. Sus destellos sobrevuelan Carfax. Su aleteo se percibe en el aire rojizo de las pupilas de mi próxima inmortalidad.
Qué importa vivir ahora de moscas y arañas. Pronto, ningún cuello me será ajeno y ya no tendré que pelear contra estos absurdos cocodrilos de goma que alucino día tras día.
Tomado del blog: http://memoriasdeldakota.blogspot.com/
Alejandro Bentivoglio
Esteban Moscarda
Imagen de Manuel Calle
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