domingo, 18 de septiembre de 2011

Ludópata - Fernando Puga


Harto de dar vueltas en círculo mientras la espera, se detiene un momento y busca en el bolsillo. Piensa. “Si se lo digo, me va a dejar. No hay duda. El orgullo le impedirá considerar cualquier otra alternativa. ¿Y de qué voy a vivir si me abandona? Si no se lo digo tengo que seguir con la mentira y la tensión que eso apareja ya me está enfermando. Ma’ sí, que decida el azar”.
Y ahí va la moneda girando en el aire, ajena a toda especulación. Y al caer lo hace de canto y rueda hasta hundirse en el hilo de agua barrosa que corre junto al cordón de la vereda.
—¡Qué mala suerte!— rezonga en voz alta—.
—¿Qué pasa mi amor? ¿Por qué mala suerte?— pregunta ella que acaba de llegar a la cita y lo encuentra arrodillado hurgando en el charco.
—Nada, nada. Después te cuento— dice él mordiéndose los labios—. Vamos de una vez— agrega mientras se incorpora—. A propósito: ¿no habrás olvidado el cheque, verdad?

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