lunes, 7 de marzo de 2011

Creer o no creer – Nanim Rekacz


Cuando el tren fantasma se despojó de su sábana aparecieron —impúdicas— sus aberturas.
El viento —espectral, salvaje, descontrolado— lo penetró por todas ellas, sacudiendo su estructura.
Los silbidos y gemidos se oyeron a kilómetros de distancia.

Los pobladores rezan. Ruegan porque los próximos candidatos cumplan sus promesas electorales y —de una vez por todas— vuelvan a circular los trenes.

1 comentario:

  1. Original: no sabía que los trenes tenían alma...

    Muy bueno, Nanim...

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