Cuando el tren fantasma se despojó de su sábana aparecieron —impúdicas— sus aberturas.
El viento —espectral, salvaje, descontrolado— lo penetró por todas ellas, sacudiendo su estructura.
Los silbidos y gemidos se oyeron a kilómetros de distancia.
Los pobladores rezan. Ruegan porque los próximos candidatos cumplan sus promesas electorales y —de una vez por todas— vuelvan a circular los trenes.
Original: no sabía que los trenes tenían alma...
ResponderEliminarMuy bueno, Nanim...