sábado, 12 de marzo de 2011

Reconstrucción – Héctor Ranea


Encontré el limpiador que buscaba. Froté todo lo de vidrio antes de que llegara Eugenia. Todas las mujeres del barrio me aplaudieron por la limpieza. Esa noche, aunque bajó mucho la temperatura en casa, no pasamos frío con todo lo que hicimos en la cama.
A la mañana siguiente, ella me miró extrañada y dijo algo sobre los vidrios.
—Están demasiado transparentes.
No le di importancia. Me puse el casco para ir en moto a trabajar; me dijo:
—Está sucio.
Entonces le pasé el limpiador de vidrios, al cabo de lo cual volvió a repetirme:
—Está demasiado transparente.
Salí raudo. A mitad de camino un mosquito se estrelló en mi ojo, lo que hizo salirme del camino, estrellarme contra un árbol. Mientras me llevaban en ambulancia, el mosquito me dijo:
—¿Por qué tu casco no tenía vidrio?
Ahí caí en la cuenta.

Héctor Ranea

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