viernes, 31 de diciembre de 2010

Concesión de un deseo - Giselle Aronson


Mabel acomoda con un gesto enérgico, la pollera corta que se empeña en trepar por sus piernas mostrando más de lo que desea.
En la calle sube el cierre de la campera. Está fresco y ha transpirado un poco. En sus oídos retumban los ecos de la cumbia nocturna; es un repiqueteo grave y pulsátil que la sume en un estado de sopor. Lentamente aparecen los primeros resplandores del amanecer por entre los huecos de las casas bajas, alineadas caprichosamente sobre los terrenos del suburbio.
Camina con cuidado, va eligiendo los lugares más firmes de la tierra apisonada para no hundir sus tacos. Bailar con esas sandalias durante horas le provocan punzadas en las plantas de los pies, a veces hasta llegan a adormecerse y quedan entumecidos. No le importa. Sólo quiere bailar. Espera el sábado durante toda la semana. El boliche es el único lujo en rutinaria vida. Doce horas, cada día, limpia oficinas, también los sábados, y no puede hacer ni pensar en otra cosa: si no trabaja no come, ni ella ni su familia. Todos en su casa colaboran.
A los quince años dejó la escuela, cuando comenzó a resentirse la salud de su madre y ella como hermana mayor se convirtió en la siguiente responsable en la jerarquía familiar. Es un hogar sin padre, pero nunca lo tuvo, así que Mabel no sufre su falta.
Como no sabe si puede pretenderlo, se abstiene de anhelar cualquier futuro. “Que venga lo que tenga que venir” responde cada vez que se pregunta si su vida será siempre este continuo esfuerzo por conseguir un alivio. A los veinticinco años tiene el cuerpo cansado.
Menos los sábados en el baile. Lo único que quiere es seguir moviéndose. La música la anestesia, así no siente el dolor de los pies, ni el cansancio, ni la injusticia ni la desesperanza. Tres o cuatro horas sin pensar ni sentir otra cosa que no sean los acordes de la cumbia.
Si a Mabel se le concediera hacerse acreedora de un deseo a cumplir, sin dudarlo elegiría poder prolongar un poco más el placer de abandonarse al baile cada sábado a la noche.

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