sábado, 4 de junio de 2011

Los costureros – Héctor Ranea, Sergio Gaut Vel Hartman y Esteban Moscarda


Dos costureros de tejidos existenciales (esos profesionales que uno llama cuando el entramado de la realidad comienza a rasgarse) conversaban una tarde de otoño, en la entrada de una cueva mientras tomaban unas cervezas frías.
—Este clima me hace temblar de placer —dijo Hitor.
—Mirá, el verano en verdad me conmueve; esto más bien es como un trámite administrativo —le respondió Estión.
En eso, cuando las cervezas ya empezaban a secuestrar sus sinapsis, apareció en escena Sirgio, otro costurero del sector 7-G.
—Buenas, tengo un laburito que hacer. Me mandan a arreglar algunos nódulos extraños del universo en el siglo XX, sobre todo en la Tierra, Aldebarán y la galaxia NGBVNN-12889.
—Es fácil: ponelo en el hilo... si no, lo perdés... —le recomendó Hitor.
—Pero el hilo... ¿no te saca del dédalo? —cuestionó Estión.
—No, si carecés de la aguja de Pasifae para descorrer el velo y no ensartarte en el dedal. —Ya era la cerveza quien hablaba.
—Ah, menos mal, si no entraba en conflicto mi alma de costurera...
—Querrás decir, costurero…
—Sí... mirá cómo quedó Pasifae. Y el Toro, pobre, terminó de anfitrión en un casino de Las Vegas. —Al final, Sirgio va a decir que todos hacemos micros de sus ráfagas perdidas o que nos colgamos de sus parpadeos.
—Es cierto: Sirgio parpadea y nosotros nos perdemos o nos colgamos o hacemos un micro de eso, una micro albuminuria o un micro a Campana.
—¡Pos hágala, cumpa!
—La hago, aunque cierto señor ibérico quedó en hacernos algo de Platón, un guiso de filósofo salteado.
—¡Pero no la tocará a Pasifae, supongo!
Sirgio, entonces, interrumpió el discurso de la birra aunque sumándose al mismo delirio. La realidad funcaba mal.
—Perdón por el desliz. Es que se me deslizó una ráfaga entre dos parpadeos. Lo que puede leerse como que mis ojos emiten... algo. ¿Los estaré hipnotizando, voto a Milton Erickson? Si le sacan jugo a esto pueden considerarse largamente recompensados.
—¿Milton Erickson es algo de Milton “el” Milton?¿Usté vota a Milton? La emisión en los ojos causa fatiga, por eso los griegos, que creían en la emisión, andaban siempre cansados y filosofando... —Hitor volvió al ruedo con una sonrisa de energía, y agregó—: además, si sacamos jugo de las piedras, ¡cómo no vamos a sacar jugo de los árboles del costado del camino!
—Milton, “el” Milton, en realidad es músico de bossa nova... muy amigo de Gilberto Heller, el famoso violero de la favela du Gracjna, cosmos convencional, nivel 2, Tierra, Brasil. —Estión era un especialista en ubicar sujetos y este comentario, más que de la birra, provenía de las profundidades de su pericia.
—El hermano de Astrud, cuerpo de pantera como Astrid, la princesa egipcia que quería vivir para siempre, a la que tuvieron que atar con tiras de papel de algodón y se momificó porque el papel tenía tinta de mi mimeógrafo trucho, usado por los anarquistas del siglo antepasado. Problemas con la máquina del tiempo, que le dicen...
—Y el dédalo, que algunos llaman la casa de Asterión, fue bombardeado por misiles aliados y allí dejaron de existir todos estos personajes: Astrud, Milton, Jane Eyre, Joe Diamante, Tony Randall, Erickson, La Pantera Rosa, La Pantera Pocho, Artur, rey de Britain, Filión (otro tejedor como nosotros), Sandokan, Wells, un vikingo que estaba tomando hidromiel en la taberna del rey Minos y el Pitu. Nadie puede impedirlo. Pasó una vez y pasará siempre y nosotros no podemos hacer nada.
—No se olvide que los Monty Python anduvieron con Eric y con Brian, que no es lo mismo que Brick y Brack, lo que produjo el agujero en la media cósmica y los lanzó, junto a varios misiles de alcance corto, al borde de la zona activa de las pantallas solares de los habitantes de Deep Space 9 que salieron a ver el espectáculo con sus vasos multicolores llenos de vaselina coloreada por el gran orejudo básico.
—Es cierto: Spock se escapó. Tal vez haya una esperanza. Vamos, dejemos de beber y vayamos a laburar…Sirgio, ¿nos acompañás?
—Bueno; arreglar el siglo XX puede esperar, no creo que se vaya a ningún lado —respondió Sirgio. Tiraron los chopos vacíos, se sacudieron el resabio de las palabras que habían estado animando momentos antes y entraron a la caverna. La oscuridad los recibió y el universo de la realidad, entonces, volvió a la normalidad.

1 comentario:

  1. Como dijiste, Esteban, puede que esté adelantado a su tiempo.
    Quizá en el siglo XXIII un crítico literario con antepasados merovingios lea este relato, parido a golpe de ráfaga y aderezado con parpadeos birreros, en alguna cueva mal iluminada de Tandil, y exclame ¡aquí estaba! La historia de la humanidad y su oscuro porvenir, cifrada por tres microrrelatistas de principios del siglo XXI en un cuento hexamanu ininteligible para los no iniciados.
    Y este lector, contemporáneo de aquellos locos visionarios, lo leyó y disfrutó con cada una de sus líneas. Dos siglos antes. Si después de eso cabe alguna duda de que soy vanguardista, que venga el mismísimo Platón y me lo discuta.

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