miércoles, 18 de mayo de 2011

El numen que sabía demasiado – Esteban Moscarda



La confulgencia del numen hacía arder los ojos de los presentes. Y es que se presentó de improviso, como una hecatombe nuclear. Era un numen hecho de luz y ventisca, de cabellos hacinados y que vestía una túnica con faltriquera incluida. Sin embargo, pese a su naturaleza divina, se había acostumbrado a las capas freáticas, asiento administrativo de su actual trabajo. Y ya no era dadivoso ni diocesano; más bien, era perverso y sistémico, mórbido y detestable, un ángel sin las cosas lindas que definen a un ángel. En fin, le ordenaron buscar un ente y él, con la angurria del mal, no puso reparos y, por ello, se materializó de manera violenta en aquel salón sobejano. Buscaba a Cutícula, un numen de carne, un error topológico. Lo encontró y el colapso fue inevitable: ambos se mataron mutuamente y volvieron a ser hombres. Había mucha joda en la Cúspide.

2 comentarios:

  1. Lo bordaste, amigo Esteban.
    "La capas freáticas, asiento administrativo de su actual trabajo". Vaya frase, para enmarcarla.

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  2. Y pensá que este cuento fue ordenado por palabras imperativas...

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