jueves, 12 de mayo de 2011

La butifarra eclesiástica - Sergio Gaut vel Hartman & Esteban Moscarda


—Bueno, querido Pedro, sólo quedamos nosotros dos.
—Queda usted, Maestro. No se olvide que yo soy ateo.
—Convenimos que te pago el sueldo siempre y cuando te reconozcas creyente.
Pedro bufó. —En público; en privado puedo seguir blasfemando. Mis ideas son mías. ¿No quedamos en eso?
Fue el turno del Maestro, aunque aquello, más que un bufido, sonó como un trueno. —De acuerdo, pero vamos a trabajar, no a holgazanear.
—No se me ocurre nada para salvar el negocio —confesó Pedro.
—¿Y si ponemos una fiambrería o una rotisería?
—Yo pensé más bien en una disco, en donde solo pueda entrar aquel que quiera la gloria…
—mmm, no; mejor, para eso, un kiosquito, ahí donde abundan los bondis, eso es más rentable.
—¡Ya sé! ¿Y si creamos un universo? Sería un negoción, no hay muchos…
Y así, un 0/0/0000 abrieron el Cosmos y, pese a todo, aún sigue abierto…



Acerca de Esteban Moscarda
Acerca de Sergio Gaut vel Hartman

4 comentarios:

  1. Ahora me doy cuenta de por qué la vida humana es tan miserable. Somos pura mercadería...

    ResponderEliminar
  2. a ver si esta vez sigue abierto sin interrupciones...

    ResponderEliminar
  3. Eso os pasa por escribir este tipo de cosas, que luego llega la venganza divina en forma de caída de blogger y se pierden hasta los comentarios que ya hice. Creo que dije que ahora entendía la miserable condición del ser humano: somos pura mercadería.

    ResponderEliminar