viernes, 13 de mayo de 2011

Uno no elige de quién enamorarse - Miguel Dorelo


Javier está perdidamente enamorado de Leticia.
Él la ve perfecta, la mujer soñada. Leticia tiene ojos mansos y mirada combativa.
Esto, entre otras cosas, enloquece a Javier.
Leticia, con su dulzura a cuesta, sus ojos claros y su fragante y sedoso pelo castaño, es un androide y Javier lo sabe; siempre lo supo. En los circuitos positrónicos de ella no está contemplado el amar a un ser humano.
Leticia no puede amar a Javier; no está permitido. La ley lo dice claramente: bajo ningún aspecto será contemplada la más mínima posibilidad de cualquier tipo de relación sentimental entre humanos y androides.
La ley es muy severa para con aquellos que osan trasgredirla. Así debe ser, ya que la tentación de hacerlo es muy grande y la mayoría sabe que eso no está bien. Y las leyes están hechas para proteger a las mayorías.
Pero él no es como los otros humanos. A Javier lo indignan sobremanera las imposiciones; lo prohibido es un incentivo al que no puede sustraerse.
— ¿Cómo es posible legislar sobre el Amor? —se pregunta una y otra vez.
De ninguna manera va a aceptar que le indiquen a quién puede amar y a quién no.
Sabe perfectamente que hay antecedentes de amores de este tipo; androides con mentes en apariencia perfectamente programadas han conocido a un ser humano especial y han roto todos los protocolos, sin que nunca se haya encontrado la causa de la falla.
—Simplemente el Amor, —asegura Javier.
Y aunque todos terminaron trágicamente, esto no hará menguar sus sentimientos por Leticia; luchará por ella con todas sus fuerzas, llamará a las puertas que sean necesarias, hablará con quien corresponda; rogará o amenazará, y solo claudicará cuando su corazón enamorado deje de latir. Ha escuchado, aunque son solo rumores, de una ley “Farmer” que ha sido el artilugio legal para que el Alto Tribunal haya autorizado más de un caso como el suyo.
Leticia ha dado señales inequívocas de un interés inusual por Javier, lo que ha hecho que éste decida dar un paso decisivo: expondrá sus argumentos ante las Máximas Autoridades Terrestres.
Esta mañana, en las Oficinas Centrales De Todo Lo Que Importa, Javier ha descubierto algo sorprendente: al presentar su pedido de Autorización De Relaciones Extrañas, tal cual se lo ha indicado su consejero, le ha sido informado que no hay razón alguna para que su inmenso amor no pueda concretarse. Javier es un androide. Una pequeña falla en su sistema, ya solucionada, le había echo creer que era un ser humano común y corriente.
Correspondido por Leticia y ya sin impedimento legal alguno, los siguientes tres meses fueron casi idílicos…
Hasta que conoció a Cecilia.
Cecilia no es tan hermosa, ni dulce como Leticia. Es algo desmañada y sufre de miopía.
Cecilia es un ser humano y Javier lo sabe; siempre lo supo.
Javier está perdidamente enamorado de Cecilia.
Él la ve perfecta…

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