domingo, 29 de mayo de 2011

Desparramado por toda la piel – Patricia Nasello


Te escrivo para contarte que segun dice el medico, aí, bien adentro de la pansa, mi ijo ya mide once centimetros. No te atajés, que e dicho mi ijo. Mio solo. Lo que pasa es que tengo ganas de charlar de esto con alguien, en la pension no hay con quien, mi viejo está lejos, y vos estás cerca. Claro que nosotros tuvimos mejores epocas en las que cerca era juntos. Ahora es separados, ya entendí. Pero acá mis once centímetros quieren ser más, quieren ser ojos, tripas, corazón.
El doctor dice que no pero yo se que mi ijo ya puede escucharme, por eso me fui a lo de la Mariela y le pedí un libro. Se puso a reir y me preguntó por que se me ocurría pedirle libros a ella, vos terminaste el secundario le contesté. Entonces se puso seria y estuvo urgando un rato largo en el placar. La verdá, no era un libro, no era uno de esos libros gordos que no mas mirarlos y una ya se imagina lo inteligente que abrá sido el que lo escrivió. Eran unas cuantas ojas con la tapa despintada. Quiero que mi ijo aparesca en el mundo sabiendo, así que esa misma noche empesé a leerselo en voz alta. No fue facil estaba lleno de palabras raras. El tipo que se imaginó el asunto debió conocer muy bien a los porteños porque fijate lo que puso aí no mas, en cuanto empesaba EL PUEBLO DE BUENOS AIRES ATESORA UNA DOCILIDAD SINGULAR PARA SOMETERSE A TODO TIPO DE MANDAMIENTO. Lo repetí varias veces hasta que estuve segura de aberlo entendido. Todos los pueblos son iguales, le espliqué a mi bebé. Y estuve a punto de decirle que si los pueblos son, cada persona es, pero me callé la boca porque seguí leyendo en voz baja y me di cuenta de que la istoria se ponia cada ves mas triste, contaba todo lo que le pasa a un pobre infeliz que termina asesinado en un matadero. De aberlo sabido antes ni lo agarro. Mi viejo supo trabajar en un matadero, vió cada cosa. Al otro día devolví las ojas. Pobre Mariela, tiene el olor de la comida que nos sirve desparramado por toda la piel. Para colmo cada ves son menos los que ayudan así que el comedor se está viniendo abajo, pero no va a tocar fondo, la Mariela es de esas que siempre pueden lo que quieren, asta se iso tiempo para enseñarme una poesía de memoria, me contó que a ella se la decia su mamá. Aora el caldo de la noche lo tomamos juntas y antes de irme para la pension, le doy un beso. Después le pongo llave a la piesa, me siento con los ojos cerrados y digo los versos despacito, para que el bebé los memorice.
La pansa ya se empieza a notar pero ando con los pantalones de siempre, no se por que se me ace que cuanto mas tarde la patrona en darse cuenta, mejor.
Pero si se da cuenta y no le gusta que se la aguante, porque yo ya no soy como el pueblo de Buenos Aires. Antes, vivia atesorando docilidad, pero mi ijo me enseñó a decir que no. Como ayer, que dije no señora, esa maceta enorme llena de tierra yo no se la muevo.
Y a vos también te digo que no. No voy a ir a la dirección que me diste porque aí te meten unas agujas o unos fierros o unos que se yo, te arrancan el ijo. Y te dejan con la pansa flaca y con la lagrima gorda y con unos miedos terribles a que Dios no te quiera mas.

P:D.: no ace falta que sigas mandandome a decir con cualquiera que nunca vas a volver.

Tomado del blog Esta que ves

7 comentarios:

  1. Hermos, terrible, cierto.

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  2. Trompada en el estómago. MUY bueno.

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  3. Excelente cuento, Patricia. Conmovedor.

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  4. Gabriela, Daniel, Mónica, qué alegría me regalan con vuestros comentarios!!!

    Los abarco en un abrazo

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  5. "Y te dejan con la pansa flaca y con la lagrima gorda y con unos miedos terribles a que Dios no te quiera mas."
    Duro, real, Impresionante: así me gustaría escribir...

    Felicitaciones...

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  6. Contundente, Patricia. Muy bueno.
    Saludos

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  7. Esteban, hoy estaremos con el alma conectada porque a través de Gabriela Baade fui a tu blog, allí me encontré con Microcosmos IX ...y así me gustaría escribir a mí.
    Un abrazo.

    Muchas gracias Jorgelina!!!
    Retribuyo tus saludos

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