
Estaba sentado en el porche, tomándome un gin-tonic bien helado. Era una calurosa madrugada de enero.
El OVNI se detuvo con lentitud en el jardín. No sentí angustia, ni sorpresa.
Ellos –tres- descendieron y se acercaron a la casa. Tomaron asiento en las reposeras, previo saludarme con una leve inclinación. Eran parecidos a los humanos, tal vez más menudos y grisáceos.
No dijeron nada, pero entendí que tenían sed y les serví sendos gin-tonic.
Elevamos las copas al cielo, y dije ¡salud!
No recuerdo más nada.
Al despertar, deseé fervientemente que hubiera sido un sueño. Estaba mareado, con resaca y dolor de cabeza. No sé si los cuatro vasos vacíos son la prueba de la visita de los extraterrestres o la causa de mi borrachera.
Dios mio!! Una posibilidad de tener una prueba sobre un contacto extraterrestre y se emborracha!! (y bueno, quizá los tres extranjeros también terminaron algo mareados. ¿Tendrían conductor designado?).
ResponderEliminarJajja, una de dos: o me emborraché o estuve con extraterrestres. ¿O habrán sido ambas cosas, decís vos?
ResponderEliminarFuiste una buena embajadora: les diste lo mejor que tenemos: el alcohol (uy eso sonó re de borracho)...
ResponderEliminarMuy bueno, Nnim...