miércoles, 31 de agosto de 2011

Sombra - Adriana Alarco de Zadra


Me desperté tarde ese domingo porque en invierno de noche, a menos que sea de luna llena, no existo para el mundo. Observé por la ventana el sol que entraba a raudales mientras preparaba el café cuando me di cuenta de que una sombra me seguía al otro lado de la mesa. Era una sombra sólida y brillaba contra la pared, por los anaqueles de colores. Extrañada y enojada por tal persecución cogí la tijera de trozar el pollo y separé la sombra que me seguía. La corté al borde y dio un salto hacia atrás. De pronto caí en cuenta de que todo era tan irreal que podía pertenecer a un sueño. Me despertaría luego, como una sonámbula, en la cocina. Continuaría mi vida deslizándome por las paredes, arrastrándome por los suelos teñida de negro, como cualquier sombra digna que se respete y todo resultaría otra vez normal en este mundo de sombras en el que vivo…


Adriana Alarco de Zadra

1 comentario:

  1. Me encantó el cuento, Adriana. A veces deberíamos mirarnos desde el punto de vista de nuestra propia sombra.

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